Con fiebre y sonriente

Pues ya véis a Carlota, con su eterna sonrisa picarona. Nadie diría que hace menos de 24 horas estaba con 39 de fiebre. Empezó a estar pachucha el domingo, como quien no quiere la cosa... Estaba muy quejosa pero sin ningún síntoma. La noté caliente, le puse el termómetro y efectivamente tenía unas décimas. Empezamos a darle Apiretal pero las décimas iban a más y de madrugada ya estaba en los 39º. La verdad es que nos asustamos bastante porque era su primera fiebre en sus 7 meses de vida. Como empezaba a tener moquitos, le hicimos un par de lavados de nariz con suero, se durmió y esta mañana estaba como una rosa. Bueno, como una rosa no, ya la véis, qué carita, qué ojitos más apagados, pero lo que importa es que ya está bien, alegre y sin fiebre. ¡La que tiene un poco de fiebre ahora soy yo! Hay que ver lo fuertes que son estos pequeñajos... 

Aunque no tenía su mejor día, hemos ido al cumple de su tío (mi hermano) y ha estado tan feliz rodeada de gente. Hoy la hemos vestido con la ropita que le regaló una compañera de mi marido (¡¡gracias, Patricia!!) Nos lo regaló cuando nació pero hasta ahora no se lo habíamos podido poner porque le quedaba grande. Es un vestido de piqué blanco de Mayoral con adornos en rojo y la capota a juego (ups! ahora me doy cuenta de que en la foto se le ve un poquito el body que llevaba debajo jejeje)

Y en la foto de arriba, ya con la rebequita, hecha por mi madre, como casi siempre, lista para salir.

Mi conclusión de esta entrada: me encantaría tener la fortaleza de un niño. Precisamente hoy ha comenzado un blog una amiga que tuvo a su niña de forma prematura, a las 28 semanas de embarazo. Desde que nació, la pequeña Alba me enseñó que nada es imposible, que somos más fuertes de lo que pensamos, que si queremos, podemos. Para ella, y para todos los bebés que luchan por sobrevivir, va dedicada esta entrada.