¿Niño o niña?

Hoy hace un año supe que lo que crecía dentro de mí era una niña. ¡Qué emoción inconmensurable! Aunque suene políticamente incorrecto, tengo que reconocer que tanto su papá como yo deseábamos que fuera niña. Y creo que ahí y no antes empecé a ser verdaderamente consciente de que al otro lado de mi cordón umbilical latía una vida, una vida que ya tenía nombre, Carlota, y que llegaba a colmar de alegría a una pareja corriente. Entonces pensé que la felicidad de aquel 1 de diciembre era imposible de superar. ¡Cuánto me equivocaba! Cada día la imaginaba, la sentía, la tocaba en mi vientre... y me iba haciendo más y más feliz sin ella ser consciente. Sin duda y sin temor a equivocarme puedo decir que es lo más bonito que he hecho en mi vida. El día de su nacimiento fue una bomba de emociones tan fuertes y preciosas que por mucho que lo intente describir con palabras, creo que me quedaría corta. Ya no soy tanto como Alicia en el País de las Maravillas y sí, más bien, como el gato de Cheshire: tranquila y sonriente porque sé que sólo hay un camino y que el vínculo con la vida y con Carlota es como un cable a tierra indestructible. Te adoro, mi niña.